Villas de emergencia: lugares generadores de utopías urbanas


María Gabriela Muniz

Butler University

 

Aunque el fenómeno villa, barrio de emergencia o asentamiento precario ha sido una constante en Buenos Aires desde su creación en la década de 1930 (1) con la agudización de la crisis económica, sobre todo durante los años noventa, el fenómeno villero cobró nuevas dimensiones, crecieron muchas de estas barriadas y hubo algunas nuevas villas (2). En un artículo que se refiere a la  “nueva” pobreza estructural en Buenos Aires, María Cristina Bayon y Gustavo Saravi historizan el proceso de pauperización de la ciudad de Buenos Aires, especialmente durante los años noventa. Estos autores especifican que la polarización socio-económica, particularmente en términos de ingresos, que tuvo lugar en el transcurso de los últimos años, se tradujo en una profunda reconfiguración del espacio urbano. Así mismo señalan  la emergencia de una nueva fisonomía urbana que indica mayores niveles de segregación:
 

                        Junto a la multiplicación de centros comerciales, barrios cerrados exclusivos, redes de autopistas y lujosos edificios, florecieron nuevos asentamientos informales, el reconocimiento de zonas prohibidas por sus altos niveles de inseguridad y la presencia de nuevos “trabajadores” invadiendo las calles de la ciudad.” (58)

 

La nueva configuración urbana indica que la consecuencia de un  mayor nivel de segregación  se corresponde con un nuevo manejo del espacio de la ciudad  y a una nueva interacción social de sus habitantes. Lo que sigue es un desarrollo de la idea de que, así como la ciudad se va construyendo, y modificando acorde a nuevos parámetros políticos y económicos que reflejan distancias sociales cada vez más marcadas,  las escrituras y representaciones que se hacen de ella también la modifican. Esto es claro en las representaciones literarias  que aluden a la pobreza  con las que piensa y se abordan pobrezas futuras. Los textos literarios aquí estudiados producen imágenes de la villa y cuentan la historia de la apropiación de un espacio, determinando así una nueva forma de habitar la ciudad. Estas historias le dan una nueva lectura al lugar villero que deja de ser marginal al desbordarse en la ciudad toda. En ellas, los villeros se organizan, se solidarizan y pelean para integrarse aunque sea por la fuerza del lugar de donde fueron expulsados. Dejan de ser invisibles y pasivos porque su número va en ascenso y porque no tienen nada que perder. De ahí se sigue que para el resto de la sociedad, el halo amenazante de la villa  no se deriva más en las asociaciones habituales que el barrio de emergencia evoca: marginación, crimen, el miedo a la pobreza, ni siquiera reside en los habitantes que lo conforman, por el contrario, es su capacidad de innovación y transformación constante lo que la convierte a la villa en  un espacio amenazante desde la  atemorizada mirada conservadora de una sociedad que ve en peligro su statu quo frente a la energía desatada por el tumulto villero.

Las poblaciones villeras son signo de desigualdad y exclusión, pero al mismo tiempo indican la necesidad de los excluidos de pertenecer a una comunidad. En general, se trata de la “usurpación” de un espacio público por un grupo de familias que necesita un lugar donde vivir. En la novela Puerto Apache de Juan Carlos Martini se hace referencia al origen de uno de estos barrios a partir de la toma de una reserva ecológica: “Llegamos una noche en otoño del año 2000. Reventamos los candados, las puertas, y tomamos posesión. Eramos pocos, un puñado, apenas 20, creo. Éramos los que habíamos armado el plan. Alguien tuvo la idea y armamos un plan.” (16-17) Me detengo en la idea de plan porque a pesar de que generalmente se indique a estos asentamientos como un lugar caótico porque se alejan de toda reglamentación y porque su organización no se atiene a una lógica predeterminada o un preconcepto de racionalidad, en la ficción se los presenta como fruto de la  planificación. El barrio de emergencia tiene un potencial, que reside precisamente en su maleabilidad, que lo presenta como una verdadera propuesta para habitar la ciudad del siglo XXI. Los textos  auguran su futuro crecimiento y privilegian las formas culturales y las practicas sociales que la villa genera.

El protagonismo villero en la cultura argentina y su representación- asimilación y reconocimiento en  novelas de comienzo del siglo XXI  dan a la temática del espacio marginal otros ribetes. Tema latinoamericano por excelencia, sobre todo visto y consumido desde la metrópolis, el uso artístico de la pauperización social  es constante en el arte y la literatura. Precursores en la descripción del pobre urbano y su forma de vida en la Argentina del siglo XX son, por ejemplo, Antonio Berni en las artes plásticas--con toda su serie Collages sobre la vida de Juanito Laguna y Ramona  Montiel-- y Bernardo Verbitsky en literatura, quien escribe la novela Villa miseria también es América  en 1954 (3). Estos artistas se encargan de humanizar a sus personajes dándole una expresión única y una personalidad al pobre, arremetiendo contra la desidia social de  señalarlo sólo como un recipiente de la caridad de una clase media más favorecida o una simple representación estadística o abstracta de un problema social. Las novelas actuales, toman esa posta y van más allá en su representación  a contrapelo de la habitual en referencia al pobre y la pobreza, no se alinean en lo más mínimo con la concepción negativa  sustentada generalmente por los medios y en la sociedad en la que el pobre es sinónimo de delincuencia. Esta propuesta del nuevo papel cultural de la villa puede detectarse en novelas como La villa (2001) de César Aira, en la que se hace una lectura poética del espacio villero, y en la novela de Martini anteriormente mencionada, Puerto Apache (2002) en la que desde su título se  usa un lenguaje que se desprende de su estigma lineal enfocándose en la preponderancia de lo que Saussure llama relaciones paradigmáticas, asociaciones que se generan en una serie mnemotécnica virtual. Por lo que, el pequeño espacio de Fuerte Apache es una metonimia de la sociedad argentina en su totalidad. Al contrario de ejemplos anteriormente nombrados estos textos no explican una historia crean una energía. La diferencia con el texto de Verbitsky puede ser el mejor contexto para destacar el contraste interpretativo. En Villa miseria también es América se busca una integración social de estos sectores marginalizados a través del trabajo y la planificación social. La novela abunda en pasajes como el siguiente:


Fabián, sentado en el borde de uno de los catres, tenía junto a él un banquito de madera, de asiento cuadrado, y sus pensamientos se proyectaron de pronto en el formidable puñetazo que aplicó a la tabla.

- Ocho, ocho estamos aquí, ocho albañiles para trabajar, para mejorar todo esto. ¡Qué no pudiéramos hacer en este rincón nuestro! (51)

 

En estas pocas líneas puede verse la  propuesta de una cultura del trabajo y el imperio de la fuerza de voluntad para sobrellevar una situación precaria momentánea. Otra idea muy diferente se desprende de imágenes villeras más recientes en las que, poco se rescata la posibilidad de un cambio, contrariamente, se hace una lectura menos lógica tanto del espacio como del proceder de los personajes villeros. La comparación del pasaje anterior con uno de la novela de Aira puede ser iluminadora para establecer los diversos enfoques. En el siguiente párrafo se describe la casilla preparada por los villeros para que Maxi duerma:


La casilla era un cubo apenas irregular, y el catre la ocupaba todo a lo largo, haciendo presión sobre las paredes. El cubo era uno en un millón, colocados uno al lado del otro, con o sin huecos entre ellos, a veces apilados, en hileras o racimos, dispuestos al azar en una gran improvisación colectiva. Los constructores artesanales preferían las formas simples, no por motivos estéticos o utilitarios, sino, justamente, para simplificar las cosas. En la Villa la simplificación significaba algo distinto que en el resto de la ciudad. Las formas simples son muy intelectuales o abstractas en la vigilia, pero en el sueño son simplemente prácticas, utilitarias. Y este anillo inabarcable pertenecía por derecho al inconciente. Los cables unían las construcciones, tan numerosos e intrincados como ellas, contribuían a esta dedicación de la Villa al sueño. (162-163)

 

El espacio villero propuesto por Aira es una forma geométrica simple y concreta que se relaciona con el mundo onírico del subconsciente creando la posibilidad de un espacio inusitado. Cabe relacionar este pensamiento espacial con el tercer espacio propuesto por Edgard Soja, quien en su búsqueda de otra forma de conocimiento espacial y siguiendo las ideas de Henry Lefebvre, que establece que cada sociedad produce un espacio específico, propone la idea de un primer espacio definido en base a la materialidad, uno segundo, que es el espacio representado mentalmente y un tercer espacio que sería el espacio vivido, la mezcla de espacio real y espacio imaginado, entendido como un espacio diferente que se conjuga de los otros dos en un imaginario social y que por lo mismo se conciencia de una forma distinta ya que logra superar el dualismo.

Henry Lefebvre en The Production of Space indica que el espacio producido por el capitalismo y el neo capitalismo es un espacio abstracto, el cual incluye por ejemplo al mundo de los bienes comerciables, su lógica, sus estrategias mundiales, además del poder del dinero y el de la política estatal. En sus teorizaciones sobre el espacio Lefebvre sugiere que la abstracción del espacio dominará el siglo XXI:
 

This abstract space took over from historical space, which nevertheless lived on, though gradually losing its force, as substratum or underpinning of representational spaces.  Abstract space functions ‘objectally’, as a set of set of things/signs and their formal relationships: glass and stone, concrete and steel, angles and curves, full and empty. Formal and quantitative, it erases distinctions, as much those which derive from nature and (historical) time as those which originate in the body (age, sex, ethnicity) (49)

 
El espacio abstracto se presenta como un espacio más homogéneo pero no lo es, según Lefebvre este lleva diferencias sociales y proyecta una visión fálica,  es un espacio que implica una agresiva fragmentación del cuerpo “el cuerpo es pulverizado” (310) 

También, a modo de contraste en la forma de concebir el espacio villero se puede citar la novela de Rodolfo Enrique Fogwill, Vivir afuera, que fue publicada en 1998 en la que se presenta una historia de un personaje que vive en la villa Fuerte Apache. En esta novela no se destaca el espacio, ni hay descripciones muy precisas de la villa, lo que se enfatiza, es el carácter marginal de los personajes y sus recorridos urbanos, para mostrarlos al margen  de la ciudad, expulsados de la sociedad, de ahí el título de la novela. A diferencia de esta,  las novelas más recientes, ahondan la descripción del espacio villero por dentro. En ellas el lugar villa se vincula a la ciudad toda.

Como se ha indicado anteriormente la novela de Aira y la de Martini  son publicadas a comienzos del siglo XXI y reproducen en sus historias los cambios urbanos generados  en las dos últimas décadas del siglo XX con la implementación de políticas económicas liberales en Argentina: aumento del desempleo y empleo informal; aumento de la pobreza, la desigualdad y la delincuencia y victimización e inseguridad urbana.(4) Sin embargo, estos textos más que un contenido social de la villa trabajan una forma geográfica: describen un lugar, en ambas se indica el límite geográfico del barrio de emergencia, su perímetro recortando una forma dentro de la ciudad. La separación espacial y social es lo que crea la villa, este objeto expulsado y provocativo que cobra caracteres artísticos. Como puede observarse ambos textos indican desde su  título su fascinación con el espacio villero. El título de la novela de Aira es obvio. A su vez, el título de la novela de Martini Puerto Apache, indica un espacio híbrido entre dos opuestos. Por un lado, hace alusión a Puerto Madero (espacio portuario reciclado para crear un lujoso emprendimiento inmobiliario), y por el otro a Fuerte Apache (villa conocida por su alto grado de delincuencia e impenetrabilidad)

A partir de los noventa, durante la época menemista (5),  la visibilidad de  la cultura villera incorpora una nueva faceta a  una ciudad que nunca desconoció la pobreza pero tenía mayores recursos para ignorarla. Aunque, generalmente, las villas están mayormente pobladas de inmigrantes del interior del país y de países limítrofes, en los últimos años muchos integrantes de una clase media empobrecida se suman a estos espacios de pobreza. El fenómeno es señalado en la ficción también. En la novela de Martini se relata con nostalgia el pasado de muchos de sus personajes cuando ellos eran parte de la clase media. De ahí el fenómeno de amplificación de este espacio de pobreza.  Además, hay que indicar que otro factor que incide en la creciente  extensión y la reevaluación social de la villa radica en la alianza de algunos de sus habitantes con personajes políticos ligados al poder o como parte del clientelismo político. Así por ejemplo se determina la carrera dentro de los espacios de poder del Pájaro, uno de los personajes, en la novela de Martini:


El Pájaro, por su parte, empezó afanando a turistas en la Boca. Estaba en una pandilla semipesada. Después de una pelea a cadenazos con otra banda para ver quién se quedaba con Del Valle Iberlucea desde Caminito hasta la cancha de Boca lo llamaron de un Club de la provincia y se hizo barrabrava. La pandilla del Pájaro había ganado la parada. Pero el Pájaro se fue. Le pareció que tenía más destino en otro laburo. Con el tiempo fue ascendiendo, en el tablón y se hizo guardaespaldas de un gremialista.  Después de otro. Y así. En esa época entró a decir que trabajaba en seguridad. [. . .] Está llena de tipos así esta ciudad. Matones que se creen mil. Pero la guita grande la hizo con los políticos, el Pájaro. (27)

 

Esta relación de servidumbre de la población empobrecida con las esferas de poder no es un fenómeno nuevo, pero sí una cuestión que va creciendo de manera progresiva (6). No se avizoran cambios futuros para concluir con la pobreza estructural, por el contrario esta cuenta con cierto estímulo político y cultural. Hoy su protagonismo es destacado por los medios y por los políticos, y repercute en la cultura del país; no solo cobra relevancia en la literatura, crece en la calle, en la música (cumbia villera), en los medios y  en el paisaje urbano. La ciudad de Buenos Aires incorpora esta nueva forma de vivir  con su cultura estigmatizada por la pobreza extrema y todas las formas de delincuencia pero, al mismo tiempo, original en sus soluciones de subsistencia y poseedora de más sistemas organizativos y solidarios que el resto de los espacios ciudadanos.

De alguna manera podemos destacar en estas  novelas una intención voyeurista o estimuladora al menos de una curiosidad mórbida, las descripciones invitan a una mirada hacia un objeto macabro y prohibido. Los textos sobre las vidas en las villas son consumidos por un receptor educado distante a las experiencias vividas en ellas, y en ellos se rarifica el espacio para estimular la curiosidad sobre el lugar. Este es un proceso  descrito en la novela de Aira, donde un personaje de clase media que ayuda a los cartoneros,  Maxi,  poco a poco va adentrándose en la villa y el lector comparte su fisgoneo por el  lugar:


Siempre quedaba en la periferia de la villa, en una de las angostas calles que se introducían en diagonal, siempre en la zona más iluminada. Sobre su cabeza, guirnaldas de bombitas encendidas dispuestas en círculos, cuadrados, triángulos, filas, en cada calle un dibujo distinto. Su mirada iba alternativamente hacia un lado y hacia el otro. Para afuera, veía las luces blancas de la Avenida Bonorino, para adentro, la oscuridad.  (70-71)

 

En La villa el espacio se crea  partiendo del itinerario cotidiano de Maxi que crea un mapa o mejor aún una forma plástica completamente visual. Una contraposición de imágenes lúgubres y festivas, imágenes verosímiles con imágenes mágicas. El mismo efecto se transmite en la descripción de los habitantes de la villa. En la novela de Aira, Maxi se encuentra con una muchacha en la villa, él ve una silueta emerger de una callecita y se la queda mirando mientras trata de dilucidar su naturaleza: “Había una asimetría, porque él estaba justo bajo una corona de bombitas, bañado en luz, y el desconocido no terminaba de salir de la oscuridad, como si la arrastrara consigo.  ¿Desconocido, o desconocida?  En realidad, parecía un niño. O más bien, parecía demasiado pequeño para ser real, aun tomando en cuenta la distancia.” (72) Finalmente Maxi descubrirá que la muchacha trabaja en un departamento vecino y que ya la conocía porque observaba su imagen en el espejo. Adelita, el personaje de la empleada doméstica, deja de ser una imagen que habita en un mundo paralelo, el del espejo. Es vista por primera vez en persona o como persona, de ahí la fascinación que genera en Maxi, y aunque la distancia continua el personaje  pierde algo de su  invisibilidad social. El pasaje desde su tono surrealista incorpora el agudo comentario sobre la imposibilidad de la invisibilidad de la pobreza en la ciudad. Sigo aquí la idea de Maurice Blanchot quien interpreta la fascinación causada por la imagen como un efecto de la distancia que pone la mirada. Blanchot expresa la fascinación como un estadio de distancia con la realidad: “Alguien está fascinado, puede decirse que no percibe ningún objeto real, ninguna figura real, porque lo que ve no pertenece al mundo de la realidad sino al medio indeterminado de la fascinación” (26) de ahí que este estado experimentado por Maxi en la novela de Aira enfatice aún más la invisibilidad de los personajes villeros.

A pesar del corte más realista de la novela de Martini, también los personajes de Puerto Apache están caracterizados con atributos enigmáticos y sorprendentemente positivos. En el protagonismo marginal  de la novela hay un culto al coraje  nacido de la necesidad de supervivencia en un medio hostil. La novela comienza con una golpiza brutal; mientras la recibe, el Rata, protagonista principal de la novela, no hace más que reírse de la situación, filosofar y rememorar su vida incólume  ante el dolor. Fuerza y bravura de quien no tiene nada que perder es lo que mueve a los personajes de Martini y los hace casi indestructibles.

Por eso puede decirse que las novelas aquí seleccionadas exploran las estrategias de supervivencia de estos seres excluidos en una ciudad canibalizada y describen  prácticas culturales de los nuevos habitantes urbanos, cartoneros, predicadores, empleadas domésticas  y desempleados que conforman una nueva y creciente orientación del proceso urbano. 

Un lugar nuevo para nuevas entidades, la villa se expone y muestra rasgos  multifacéticos. Es una extraña maquinaria con un código secreto de luces que se mueve y modifica como en la novela de Aira:
 

¿Pero entonces la Villa podía “girar”? ¿Era posible? Quizás no había estado haciendo otra cosa desde épocas inmemoriales. Quizás toda su existencia se había consumado en una rotación sin fin. Quizás ésa era la famosa “rueda de la Fortuna”, salvo que no estaba de pie como se imaginaban todos, sino humildemente volcada en la tierra, y entonces no era cuestión de que unos quedaran “arriba” y otros “abajo” sino que todos estaban abajo siempre, y se limitaban a cambiar de lugar al ras del suelo.  Nunca se salía de pobre, y la vida se iba en pequeños desplazamientos que en el fondo no significaban nada. (168)

 

También en la novela de Martini la villa  es el espacio bizarro de una ciudad con ínfulas de elegancia que cobra ribetes sórdidamente fantásticos. De allí por ejemplo, una de sus construcciones: el palacio villero, un palacio en joda, como dice el texto, que remeda a otro comprado por “los bacanes y los políticos para hacerse refugios de lujo”. (37)

Con el objetivo de abarcar un todo incomprensible como son los asentamientos de la pobreza, estos textos detentan una intención controladora del espacio. En ellos, la villa es un espacio interpretativo y creativo en el que se materializa la resistencia. Siguiendo la  idea de Foucault de un espacio “otro” o heterotopía, la villa comprende un lugar donde se ubica a aquellos que se desvían de la norma. Foucault refiriéndose a los lugares como heterotopías, dice:
 

También existen, y esto probablemente en toda cultura, en toda civilización, lugares reales, lugares efectivos, lugares que están diseñados en la institución misma de la sociedad, que son especies de contra-emplazamientos, especies de utopías efectivamente realizadas en las cuales los emplazamientos reales, todos los otros emplazamientos reales que se pueden encontrar en el interior de la cultura están a la vez representados, cuestionados e invertidos, especies de lugares que están fuera de todos los lugares, aunque sean sin embargo efectivamente localizables. (3)

 

Estos lugares heterotópicos pueden cambiar de función y de significado a través del tiempo y son capaces de yuxtaponer en un espacio real otros diferentes espacios. Foucault entiende que una heterotopía es un espacio parcial que puede representar una totalidad.  De este modo podemos decir que está funcionando la villa en los dos textos leídos. Un espacio marginal-otro que se opone al espacio social argentino y al mismo tiempo lo representa en su integridad. También es un espacio generador y posibilitador del cambio y en la interacción productiva de los personajes villeros con otros miembros de la sociedad se percibe la posibilidad de una relación solidaria.

Entiendo que la imagen de la villa va cobrando importancia en estos textos y esto transmite el nuevo valor que estos lugares han adquirido en la cultura argentina. No solo la villa es un fenómeno en expansión a nivel mundial y en especial en Latinoamérica,  además  como producción está adquiriendo un valor de mercado reflejado en el surgimiento de suvenires o  turismo villero (7).

Estas novelas brindan una clave para comprender transformaciones culturales en el país  como los cambios en los sectores laborales, el incremento de la desocupación, y el de una población  que busca nuevas formas para subsistir y la fragmentación social. En los textos puede leerse un afán compensatorio en la forma estética que se desprende de lo sórdido. Hay un orden indicado en la organización del espacio que se proyecta también en la forma hiperorganizada, forma de estas novelas que en eso copian al género policial (en ambas se desentraña un enigma). Es por eso que puede decirse que el caos genera un nuevo orden y esto es notorio tanto en las descripciones de la forma de los asentamientos como en el afán organizativo de sus personajes. Así lo indica el Chueco, habitante de Fuerte Apache, cuando declara en un reportaje para la televisión: “Este es un asentamiento organizado. Tenemos normas de convivencia y vecindad… Aunque usted no lo crea, acá hay una manera de hacer y organizar las cosas, y hay responsables de que las cosas se organicen y se hagan bien… (63)

En su libro sobre ciudades latinoamericanas Marc Zimmerman piensa que la atracción por las ciudades deriva del sentido de libertad que estas provocan a pesar de todos sus problemas de delincuencia etc. (70) Esto puede verse en los dos libros mencionados, diversidad de personajes que afrontan el problema de hacerse una vida en el caos. El resultado es intensidad pura, la vida al borde del abismo y en las fronteras de la ciudad en la villa, un lugar otro con ribetes utópicos.

El nuevo jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, provocó un debate en referencia a la posible urbanización de las villas de emergencia o villas miseria de Buenos Aires. Esta polémica es parte de una efervescencia del tema villero. La ficción y la realidad parecen indicar que en un futuro cercano, los habitantes de la ciudad serán en su mayoría parte de la villa ya sea  habitándola o consumiendo sus aportes culturales. Las novelas sobre villas colaboran en la interpretación del nuevo espacio ciudadano en crisis y con la fuerza vital que no posee el aparato teórico predicen una tendencia hacia la pauperización convertida en espectáculo al mismo tiempo que indican el comienzo de una comprensión de la pobreza en forma mas productiva/afectiva.

El incremento de pobres aglutinados en espacio de convivencia genera una nueva energía. De acuerdo con Edward Soja, las aglomeraciones socio-espaciales crean un estímulo de crecimiento que este geógrafo llama Synekism término que deriva de synoikismo, convivir en una misma casa. Para él este termino no solo explica la convivencia sino que también connota la economía  y la interdependencia ecológica  así como la sinergia creativa (a veces  destructiva) que surge de la concentración de gente en un espacio. (12)  De allí que la literatura este alejándose de las visiones sórdidas de la villa que  marcan el fracaso de la modernidad y proponen hacer de la villa un núcleo que se expande para hacer de la ciudad un espacio de transformación.

 

Notas

(1).Las villas inicialmente se forman con oleadas de inmigrantes y gente del interior del país que ocupa terrenos fiscales en forma espontánea.  La década del treinta, conocida como la década infame, se caracterizó por la depresión económica que llevo a muchos habitantes rurales a radicarse en los suburbios de la ciudad de Buenos Aires por sus mayores  oportunidades laborales (esta era y continua siendo el mayor centro administrativo del país)  A esta gente  no se les brindó soluciones para sus necesidades habitacionales y que por lo tanto construían sus casas en terrenos públicos con cualquier material de descarte que pudieran procurarse.  A pesar de la construcción de barrios obreros por el gobierno, la población villera crece en la época peronista  y, aunque en varios momentos se intentó la erradicación de estas poblaciones, su persistencia y acrecentamiento habla de una nueva forma de habitar la ciudad.

 

(2). En un artículo que habla sobre las políticas implementadas durante el gobierno de Carlos Saúl Menen Gabriela Zaldúa especifica:

Hasta comienzos de 1970 la pobreza estaba circunscripta en las áreas urbanas en los “bolsones de pobreza”, en las villas miseria que rodeaban a las ciudades. La pobreza era un fenómeno marginal a la realidad social. A partir de entonces, se inicia una “masiva movilidad descendente” (Minujín, l992). En el Gran Buenos Aires el porcentaje de hogares pobres se eleva un 65% entre 1980 y 1988. Grandes sectores de la población se vieron afectados por el proceso de empobrecimiento. En el periodo 1980-1990 el grupo de los “nuevos pobres”, tiene un incremento de 338,1% (Minujín, 1992).

El incremento de gente que reside en asentamientos precarios es evidente en la ciudad de Buenos Aires ya que entre 1991 y 2001, surgieron, aproximadamente, ocho villas nuevas: Villa Dulce, Piletones, Carrillo, Calacita, Reserva Ecológica (conocida como Rodrigo Bueno), Ciudad Universitaria, una en Lacarra y avenida Roca y otra, en la ex fábrica Morixe.

 

(3). Un análisis interesante sobre la representación de los pobres en la década del cincuenta puede encontrarse en el estudio de Laura Podalsky Specular City. Transforming Culture, Consumption, and Space in Buenos Aires, 1955-1973. Podalsky trabaja la transformación de la ciudad en ese período en el que presenta el tema de la pobreza en ejemplos específicos como los de Versbitsky, Berni y otros provenientes del campo cinematográfico. 

 

(4). Alejandro Portes y Bryan Roberts analizan estos efectos como parte de las nuevas políticas de mercado implementadas en América Latina durante el cambio de siglo: “Estos años corresponden al cambio en el modelo hegemónico de la región, estoe es, del modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) al modelo neoliberal de “apertura de mercados”. (19)  Ver bibliografía “La ciudad bajo el libre mercado”

 

(5). El gobierno de Carlos Menen en Argentina abarcó desde el año 1989 hasta 1999 debido a una reelección. En Tiempo presente, Beatriz Sarlo denuncia un despilfarro indiscriminado impulsado desde las esferas de poder durante ese período:

"…[E]l ostentoso consumo que acompaño a las altas esferas políticas y sociales durante el menenismo siguió dando imágenes que, aunque se contraponían con lo que estaba sucediendo en  la sociedad, todavía tenían su poder de persuasión.  Todos miraban por televisión a la Argentina de la risotada y el lujo. Y muchos pensaron, por lo menos hasta mediados de los noventa, que no iban a quedar afuera." (14)

 

(6). A los “barrabravas” de los clubes de fútbol los utilizan para “intimidar” en los actos políticos, e incluso el gobierno cuenta con los propios “piqueteros oficiales” para los actos de gobierno.

 

(7). En una nota de Julián Gorodischer para el periódico Página 12 , titulada “La villa, una usina de negocios rentables, se establece que en los últimos años se ha implementado una nueva forma de turismo en la ciudad de Buenos Aires, llamada por algunos “turismo villero” es así que turistas extranjeros recorren la villa 31, la más cercana al centro de la capital, y pagan 60 euros para un recorrido de dos horas.  Además de estos recorridos muchos están promocionando una estética villera, en pintura, música (cumbia villera) y hasta en la vestimenta.

 

 

Bibliografía

 

Aira, César. La villa. Buenos Aires: Emecé Editores, 2001.


Blanchot, Maurice.  El espacio literario.  Barcelona: Paidos, 1992.


Fogwill, Rodolfo Enrique. Vivir afuera. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1998.

 

Gorodischer, Julián.  “La villa, una usina de negocios rentables”. En Página 12, 15 Febrero de 2000.

Lefebvre, Henri.   The Production of Space.  London: Blackwell Publishers, 1991.

Martini, Juan Carlos. Puerto Apache. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2002.

 

Podalsky, Laura.  Specular City. Transforming Culture, Consumption, and Space in Buenos Aires, 1955-1973. Philadelphia: Temple University Press, 2004.

 

Portes, Alejandro y Bryan R. Roberts. “La ciudad bajo el  libre mercado. La urbanización en América Latina durante los años del experimento neoliberal”. Ciudades latinoamericanas: un análisis comparativo en el umbral del nuevo siglo. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2005.

 

Saraví, Gonzalo Andrés. De la pobreza a la exclusión: continuidades y rupturas de la cuestión social en América Latina. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2006.

 

Sarlo, Beatriz.  Tiempo presente. Notas sobre el cambio de una cultura. Buenos Aires: Siglo XXI, 2001.

 

Saussure, Ferdinand de, Charles Bally, Albert Sechehaye, Albert Riedlinger, y Tullio De Mauro. Curso de lingüística  general. Madrid: Alianza, 1983.

 

Soja, Edward.  Postmetropolis. Critical Studies of Cities and Regions.  Oxford: Blackwell, 2000.

 

Verbitsky, Bernardo.  Villa miseria también es América.  Buenos Aires: Paidos, 1967.

 

Yory, Carlos Mario. Ciudad y posmodernidad: un ensayo de termo-dinámica urbana en el fin de la historia para pensar y habitar la ciudad del siglo XXI [Colombia]: Universidad Piloto de Colombia, 200?. 

 

Zaldúa, Gabriela. “La hegemonía neoliberal y las condiciones de producción de los actos de salud en hospitales públicos. Jornadas Gino Germani. Buenos Aires: IIFCS, Instituto de Investigaciones Gino Germani. 200? p. 16. Disponible en la Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/argentina/germani/zaldua.rtf

 

Zimmerman, Marc. “Fronteras latinoamericanas y las ciudades globalizadas en el nuevo (des)orden mundial”. Las ciudades latinoamericanas en el nuevo (des)orden mundial. México, D.F.: Siglo XXI, 2004.