Los
múltiples laberintos en La pesquisa de Juan
José Saer
Lehman College, The Graduate Center, CUNY
La pesquisa
(1994) de Juan José Saer se articula según
una estructura compleja que integra varios planos narrativos en un
marco de
mayor amplitud. La narración más amplia que enmarca a las
demás cuenta desde una perspectiva omnisciente el reencuentro de
tres
amigos: Soldi, Tomatis y Pichón Garay en ocasión del
viaje de este
último, residente en París desde hace veinte años,
al
litoral santafecino, su lugar de origen en Argentina. Un segundo plano
narrativo está constituido por el relato de Pichón Garay
a sus
amigos sobre los asesinatos en serie ocurridos en el barrio en que vive
en
París. Otros relatos de extensión menor: la
expedición
para examinar un manuscrito cuya autoría se desconoce, el
resumen de la
trama de ese mismo manuscrito y las alusiones a las desapariciones del
hermano
de Pichón y de su compañera también se incluyen en
el
mismo marco. Los episodios, fragmentarios y de largo variado se
intercalan unos
en otros obligando al lector a retrazarlos en relecturas que le
permiten
comprender su relación. Esta configuración
laberíntica aparece
en la novela según mises en
abîme múltiples que abarcan la representación
de los espacios
recorridos por los personajes, los episodios en que buscan respuestas
obcecadamente
elusivas, las alusiones literarias a textos previos de Saer así
como a
textos ajenos y finalmente las referencias mitológicas.
La
insistencia con que esta estructura se presenta en la novela me permite
utilizar la figura del laberinto como un instrumento de lectura apto
para
lograr un acercamiento al texto que dé cuenta de su complejidad.
(1)
Considero al laberinto como metáfora de la búsqueda
intelectual
que en esta novela cobra un significado plural; en efecto, se aplica
tanto a la
pesquisa policial como a los interrogantes que pretenden abordar el
mundo
interno de los personajes y el proceso de lectura. El intento por
descodificar
cada uno de ellos da origen a interpretaciones variables y
antagónicas
que a su vez, derivan en nuevas ramificaciones de significados. Es por
eso que los
recorridos propuestos a los personajes y al lector cuya meta es llegar
a un
“centro,” a una conclusión que cierre con respuestas
satisfactorias los desafíos que se les presentan, estarán
siempre
condenados al fracaso y a su prolongación en una
incógnita nueva.
La
novela se inicia en medias res
con el relato de Pichón Garay sobre los asesinatos de
veintinueve
viejitas en París. El relato de Pichón utiliza la
focalización de Morvan, el inspector encargado de solucionar el
caso, cuya
atención se centra en el enigma de la identidad del asesino. Su
perspectiva, sin embargo, a diferencia de la del detective literario
tradicional,
siempre objetiva y certera, se bifurca en modalidades diversas que
añaden
ambigüedad a la investigación. El detective
paradigmático, a
la manera de Dupin, observador e intérprete de signos obedece a
una
metodología que descifra caras, gestos, actitudes y decorados,
reveladores
todos del comportamiento humano. Por el contrario, Morvan adopta
actitudes
variadas y dispersas que abarcan desde la aparente objetividad hasta
perspectivas
que cuestionan la posibilidad de una correspondencia entre signo y
significado,
todo lo cual siembra en el relato la duda sobre la posibilidad de
llegar a
solucionar el enigma.
En
La pesquisa la verdad se
supone el resultado de una interpretación elaborada según
razonamientos que enlazan causa y efecto, es decir que se trata de un
concepto
variable que depende del punto de vista elegido y de planteos cuya
formulación puede lograr resultados múltiples. De tal
manera, la
verdad buscada no existiría como algo perteneciente al reino de
la
realidad y preexistente al pensamiento del investigador. Así es
que por
ejemplo, para obtener una visión aclaradora de los
crímenes,
Morvan escruta las multitudes que se desplazan por el laberinto de
calles que
rodean su despacho. Desde ese lugar estratégicamente ubicado en
una
posición central y en altura observa:
Mujeres
cargadas de paquetes, de bolsos, de ramas de pino y de criaturas,
cruzaban apuradas por las rayas blancas de los pasajes para peatones en
todo el
perímetro de la plaza León Blum del que Morvan, en el
lugar en
que estaba y por mucho que se inclinara hacia la ventana, no
podía ver más
que una parte, aunque de tanto haberlo recorrido en los últimos
meses
…. conocía de memoria
cada uno de sus tramos, el entrecruzamiento, no en forma
de estrella sino más bien de asterisco de la rue
de la Roquette y el bulevar Voltaire, más la rue Godefroy
Cavaignac, la
rue Richard Lenoir, y las avenidas Ledru Rollin y Parmentier que
nacían
en diversos puntos de la plaza”. (15) [énfasis mío]
Las
deducciones que hicieran famosa la capacidad observadora y
analítica
de los primeros detectives literarios, capaces de explicar la realidad
caótica que los rodea, escapan al inspector de Saer.(2)
Este debe
buscar apoyo en una reconstrucción mental del barrio lo que
sólo
le provee una representación, un diagrama abstracto, un
“asterisco”.
La distinción entre “estrella” y “asterisco” vana
a primera vista –ambas palabras provienen de una misma
etimología—
conduce a la elección de la segunda y remite a un símbolo
escritural que a su vez refiere a otra anotación. El asterisco
no
sólo representa una configuración más del
laberinto de
calles sino que interpone un signo entre Morvan y la realidad lo cual
lo aleja del
asesino, objeto de su búsqueda.
Morvan
intenta igualmente otros modos de acercamiento al enigma. Abandona
la postura de espectador y asume otra, más activa, semejante a
la del flâneur, que lo integra en la
ciudad, en ese paisaje que, de acuerdo a Benjamin, está
escindido en dos
polos dialécticos: se abre ante él como paisaje y
simultáneamente, lo encierra como un cuarto.(3)
Morvan recorre así
el barrio, se detiene delante de los negocios, observa a los clientes y
a los
paseantes y al final de un recorrido cada vez más acelerado
queda
encerrado en un laberinto irreconocible:
Avanzó
un trecho por la avenida Parmentier y, doblando por la rue
Sedaine, pasó detrás del edificio del municipio,
cruzó el
bulevar Voltaire y se internó en las calles estrechas y cortas,
muchas
de ellas sin salida, que se abren a los costados de la rue de la
Roquette, de
la rue Sedaine y de otras calles largas frecuentadas durante el
día, como
la rue de Charonne o la rue du Chemin Vert, que, cortando el bulevar
Voltaire,
llevan del cementerio del Père Lachaise a la Bastilla. ….Durante
un buen rato, y a pesar de lo familiares que eran para él debido
a las
rondas frecuentes que daba por ellas desde hacía meses, anduvo
por
calles oscuras de las que no sabía cómo salir y que no
lograba
reconocer.” (106-107)
Atrapado
y sin salida, Morvan “se pierde” en el sistema de
calles sin alcanzar el centro que le revelaría la
solución del
enigma.
Para
Mircea Eliade la figura del laberinto protege el centro que encierra
el secreto pero constituye asimismo un modelo existencial, imagen de la
progresión cognoscitiva hacia el centro del yo del buscador.
Según
esta concepción, la empresa de búsqueda culminaría
para
Morvan no sólo en el descubrimiento del criminal sino
también en
el descubrimiento de sí mismo. Ese proceso ocurre en la novela
cuando
las imágenes observadas durante sus caminatas se transforman en
otras,
oníricas, que de a poco alteran su percepción de la
realidad. El
recorrido que comienza como un paseo por la ciudad familiar se
transforma poco
después en un deambular por una ciudad doble de la conocida,
simultáneamente familiar y fantasmagórica. Se
diría que Morvan
penetra en una dimensión paralela a la del mundo real. Hace
pensar en las
caminatas nocturnas por París descritas por Cortázar
quien decía
sentir que atravesaba un pasaje que lo conducía a una ciudad de
características míticas.(4) La
ciudad se multiplica entonces
en otro laberinto; el de la vigilia, cotidiano e impenetrable es
suplantado por
el de la noche, oscuro y mágico que hace que Morvan pase del
estado de
conciencia a otro en que se suspenden las facultades del conocimiento y
en el
que adquiere una personalidad diferente, un otro yo. El desdoblamiento
del
personaje lo metamorfosea en un ser simétricamente
idéntico pero
diferente por sus características haciéndolo un
desconocido para
sí mismo y para los otros. Durante esos episodios de
carácter
onírico Morvan sufre alucinaciones en que los monstruos
mitológicos Escila, Caribdis, Gorgona y Quimera hacen su
aparición.(5) El investigador pasa
entonces de París, la
ciudad de la realidad, al mundo sagrado de los arquetipos:
En una plazoleta en la que se encontró de golpe, sin saber
cómo había llegado hasta ahí, se topó con
uno de
esos extraños monumentos, de los que no podía decir si la
ambigüedad de lo que representaban era voluntaria o, a causa de la
antigüedad de la piedra, resultado de la erosión: ser
humano
gigantesco, monstruo alado, centauro, pulpo, figura ecuestre o mamut.
Podía ser un monumento religioso, porque tal vez en ese
territorio sin
nombre, era al dios de lo indiferenciado que se le rendía culto.
(109)
Morvan
penetra en el reino del monstruo en el que la identidad, de especie
única se erige en base a elementos heterogéneos,
pertenecientes a
categorías dispares. La mente del investigador que no puede
discernir
entre una figura u otra queda incapacitada. Pero esta
fantasmagoría
refleja el estado mental del observador que ha sido invadido por lo
monstruoso.
El inspector sagaz ha sido irónicamente transformado en su
doble, en su
enemigo, en el asesino de las viejitas. En efecto, en un desenlace
prolijamente
preparado, Morvan personifica la dialéctica de la pesquisa: por
un lado,
es el buscador y por otro, es la presa buscada. Alternativamente, Teseo
y
Asterión, inocente y culpable, encarna simultáneamente el
peligro
y el orden en una naturaleza doble:
Se
sentía amargo y lúcido, confuso y alerta, cansado y
decidido. En veinte años ejemplares en la policía, el
comisario
Morvan no había tenido nunca la oportunidad de enfrentarse a una
situación semejante: el hombre que buscaba le daba, sobre todo
en los
últimos meses, una sensación de proximidad e incluso de
familiaridad, lo que por momentos lo abatía de un modo
inexplicable y al
mismo tiempo lo estimulaba a seguir buscando.” (15)
La
figura del laberinto se ha desplazado ahora; ya no representa las
calles
de la ciudad sino la interioridad del personaje que sufre impulsos
contradictorios
y se bifurca en tendencias dobles, contiene en sí mismo
características que él ignora y que escapan a la
irreductibilidad
de una personalidad definida.
La
versión que da Pichón de los hechos, basada en los
reportes de la investigación policial publicada en
artículos
periodísticos, califica a Morvan como a un loco asesino que
será
condenado a reclusión perpetua en un asilo de alienados.
Pichón
concluye con la explicación médica oficial: el abandono
de la
madre al nacer al que se agrega la separación de su mujer
habrían
provocado en Morvan el brote esquizofrénico durante el cual
habría
cometido los asesinatos siendo inconsciente de sus actos.
No
hay que olvidar que esta trama policial está siendo relatada por
Pichón quien frente a sus amigos se muestra muy consciente de su
papel
de hacedor del texto. Expresa claramente que aunque se basa en
artículos
periodísticos, es él quien le otorga unidad de
composición,
quien añade datos ficticios y quien le otorga suspenso. Su
posición dentro del relato corresponde a la del autor que crea
una
ficción; pone en actividad “una conciencia móvil, ubicua,
múltiple y omnipresente” (22-23) que le permite transformar los
informes y estadísticas que conoce en un cuento interesante para
su audiencia.
El mérito de su labor es entablar conexiones entre el plano de
lo real y
el de la ficción. Es él quien adopta el modelo del
neopolicial y
a partir de los crímenes establece causas sociales y
psicológicas
para el comportamiento de Morvan. Aunque expresa sus dudas sobre la
exactitud de
las explicaciones psiquiátricas, Pichón las incluye en el
relato
a manera de conclusión. Por otra parte, la filiación con
el
neopolicial implanta la duda sobre la eficacia institucional y
gubernamental ya
que los funcionarios no se distinguen de los criminales.(6)
El relato de
Pichón reestablece el orden alterado por los crímenes con
una
conclusión razonadora acerca de la identidad del asesino.
Sin
embargo, el relato también deja detalles dispersos que siembran
la duda sobre la autoría de los crímenes. La
versión
oficial será desafiada y contradicha al final de la novela por
Tomatis --es
el lector implícito-- quien, después de haber escuchado
atentamente a Pichón formula una versión alternativa que
subvierte
el final estabilizador dado por aquél. Según Tomatis, el
autor de
los asesinatos sería Lautret, investigador policial que trabaja
a las
órdenes de Morvan. De tal manera, Morvan tendría en su
colega a un
doble, l’autre, --l’autre est—(Goldberg
93) que
lo refleja, duplica y altera en una nueva figura monstruosa. La
interpretación de Tomatis obliga al lector a reconsiderar la
historia
desde su punto de vista lo que origina un texto nuevo, divergente del
que
conocía. El campo de conocimiento es descentrado en un nuevo
laberinto
más perturbador ya que en éste, el asesino ha cometido el
crimen
perfecto quedando fuera de toda sospecha.
Después
de conocer la versión de Tomatis, al rever el texto
se descubre que Lautret, que parecía un personaje secundario,
también tendría tal como Morvan, su laberinto interno con
sus
enigmas propios. Cuando en el relato de Pichón, Morvan sospecha
de su
colega, dice:
…tal vez no era Lautret
el autor de esos crímenes, sino una fuerza ignorada,
parasitaria,
desconocida incluso para el propio Lautret, y alojada en los pliegues
íntimos
de su ser desde los orígenes de su existencia, una presencia
oscura
semejante a un ídolo arcaico y sanguinario cuyo descubrimiento
aportaría a su amigo la calma y la emancipación. (157)
Finalmente,
esta alusión al laberinto propio y al monstruo escondido
en la intimidad de Lautret refiere a una genealogía arcaica que
le legaría
una herencia de fuerzas misteriosas debidas a una mitología
hermética. Nuevamente, los lectores quedan a merced del
misterio. De tal
manera, los personajes de Morvan y de Lautret confrontados, no
sólo
representan figuras dobles alternativas sino que además cada uno
de
ellos se multiplica interiormente en varias personalidades creando
reflejos especulares.
La narración agrega de este modo numerosas capas discursivas que
remiten
a relatos fragmentarios y postulan arcanos imposibles de dilucidar.
Tanto los
personajes como los episodios de que consta la novela están
envueltos en
redes de significaciones que se bifurcan en otras igualmente
inescrutables. Los
comentarios del narrador generalizan este orden de cosas abarcando en
él
a los lectores:
El
sol y la muerte, dicen, nadie puede mirarlos de frente, pero la
distorsión sin nombre que pulula en el reverso mismo de lo
claro,
agitándose confusa como en los planos sin fondo y cada vez
más
sombríos de un espejo apagado y móvil, todo
el mundo prefiere ignorarla, dejándose mecer por la
apariencia espesa y brillante de las cosas que, por carecer de una
nomenclatura
más sutil, seguimos llamando reales. (40) (nuestro
énfasis)
La
propuesta de un lado escondido de las cosas, similar al mundo de Alicia en el País de las Maravillas
duplica la realidad en una dimensión inquietante que involucra a
“todo el mundo”. Los lectores estaríamos sujetos al igual
que los personajes a perdernos en un mundo de apariencias y a sufrir
características
interiores que según la voz narrativa, preferimos ignorar. Todo
objeto
de conocimiento se torna así plurivalente.
Retomando
las tesis de Pichón y Tomatis, se debe decir que para los
lectores, ambas parecen lógicas y resulta imposible privilegiar
una
sobre la otra. Como afirma Julio Premat sobre la versión de
Tomatis: “El efecto es brillante y
sorpresivo: la
construcción racional (y tradicional, ya que remite a un
género masivo
y a un corpus conocido) introduce el caos. » (360) Y es que la versión de Tomatis
crea una parodia de la de Pichón y con ello, parodia toda la
novela policial.
No solamente pone en evidencia la arbitrariedad del género cuyas
certezas pretenden restablecer el equilibrio roto por el crimen, sino
que además
invita la formulación de otras versiones aparte de las ofrecidas
en la
novela.
Todas
las interpretaciones siguen el proceso de la lectura y como tal
quedan siempre abiertas. Saer ha comentado al respecto: « … como nuestra experiencia y el lenguaje que
la nombra no coinciden nunca totalmente, podemos decir que cada palabra
es de
alguna manera un relato, porque transmite, sin identificarse totalmente
con
él el hormigueo no verbal de nuestro ser, y también una
ficción, porque existe gracias a la verosimilitud que nos
resignamos
acordarle y no a una supuesta realidad que creemos conocer por
anticipado y que
esa palabra nombraría con exactitud.” (La
narración… 162) Por eso no es casual que uno de los
procedimientos retóricos más utilizados en la novela sea
el de la
enumeración ya que la profusión de palabras crea la
ilusión de que nombrar corresponde a lograr una
representación
fehaciente. De tal manera, La pesquisa
alude a la necesidad incontrovertible de fabricar ficciones.
La
figura del laberinto recurre también en el segundo plano
narrativo
que sirve de marco general a la novela; allí se cuenta la
reunión
entre los amigos y el recorrido que hacen en lancha por los brazos
aledaños del Paraná. El viaje por el río sirve de
paradigma de las búsquedas que tienen lugar en este plano:
…y ha llegado al lugar en que el río Colastiné se
termina, confundiéndose con los arroyos Tiradero, el nuevo y el
viejo,
que confluyen a su vez para formar tan intrincados cursos de agua
–fugaces o permanentes, grandes o chicos, playos o profundos, anchos o
angostos, según el capricho de bajantes y crecientes –que ni
siquiera tienen nombre. Abandonando la dirección sur, la lancha
torció hacia el oeste y entró en el río Santa Fe,
un curso
estrecho de agua …. tan tortuoso que, ….los ha obligado a tomar
primero la dirección este, después sudeste,
después
noroeste, después sur, después oeste y finalmente, en el
lugar
llamado la Vuelta del Paraguayo, este sudeste, hasta tomar de nuevo y
en forma
definitiva la dirección oeste, o sea la ciudad. (87)
Los
meandros del río son recorridos en dos direcciones: cuando
Garay, Tomatis, Pichón y otros personajes parten hacia
Rincón
Norte con una meta específica: dilucidar la autoría
misteriosa de
un dactilograma atribuido a Washington, amigo ya fallecido. El segundo
recorrido ocurre al regreso; viajan a la inversa por los ríos y
los
afluentes ya señalados. Rincón Norte
señalaría el
lugar central del laberinto; sin embargo, aunque consiguen completar la
pesquisa y examinar el texto, el enigma queda sin resolver. Tomatis y
Soldi no
piensan que la novela histórica, titulada En las
tiendas griegas haya sido escrita por Washington mientras
que su hija Julia, por el contrario, atribuye la novela a su padre.
Pichón,
elegido como juez por los dos bandos observa el dactilograma y aunque
piensa
como sus amigos, no logra adivinar el nombre del autor.
En
este viaje laberíntico se ubica un segundo centro
enigmático que disloca al anterior. Durante el recorrido en
lancha se
acercan a la antigua casa de la familia de Pichón de donde
desaparecieron años atrás su hermano, el Gato, y Elisa,
la
compañera de aquél. La desaparición, ocurrida
durante la
dictadura y cuyos responsables son las fuerzas de seguridad,
convertidas en
instrumentos del terror institucionalizado, duplica a un nivel de
proporciones
históricas el comportamiento de Morvan/Lautret del primer plano
narrativo. La diferencia entre ambos planos narrativos radica en que en
éste, la duplicidad de las mal llamadas “fuerzas de
seguridad” no recibe ningún comentario que explique y justifique
su
participación en el crimen. Como en el plano anterior, la
identidad de los individuos autores de
los asesinatos
tampoco es determinada eficazmente.
La
desaparición del Gato y de Elisa es
comentada en apenas una página por la voz narrativa
extradiegética pero no es discutida por los amigos. Ese silencio
conforma un vacío que da relieve a la ausencia de los
desaparecidos. Muy
acertadamente, Florinda
Goldberg ha estudiado su importancia en la novela ; según
esta
crítica el relato policial es un trompe-l’oeuil que al proveer a
los amigos de un tema de discusión los exime de aludir a los
dolorosos
hechos políticos recientes –los episodios de la novela tienen
lugar en 1988. (Goldberg 99) Al centro geográfico del laberinto,
ocupado
por « dos casas, cerradas y vacías desde hacía
mucho
tiempo » (80) corresponde a nivel discursivo el silencio.
Creo que el
vacío y el silencio funcionan como signos de la dificultad de
reducir a
un nivel comprensivo la magnitud de los horrores acaecidos. El silencio
rodea aquí
a sucesos públicos bien conocidos y actúa como un modo
interpertativo más, un código compartido entre los amigos
y que
rinde respeto al Gato y Elisa. Por
otra parte, este nivel de la historia también involucra otra
figura doble: en este caso, Pichón y el Gato, hermanos gemelos
que
corresponden a las dos caras de una misma figura: el Gato ha sido
sacrificado
sin explicación y Pichón carga las culpas de haber
continuado su
vida en el extranjero y de no haber intervenido. Las emociones,
firmemente
acalladas informan las percepciones del personaje: “Al divisar la casa,
no todavía en ruinas …. ha tenido de nuevo la esperanza de que
algo dentro de sí mismo, nostalgia, pena, memoria,
compasión, se
pondría en movimiento, pero de nuevo, las capas pegoteadas de su
ser,
como si fuesen un solo bloque compacto, no han querido desplegarse, ni
siquiera
entreabrirse.” (81) Pichón mismo es descrito como complejo y
desconocido para sí mismo. Cada personaje parece contener a otro
en su
interior y las memorias de esa etapa histórica remueven viejas
tensiones. (137-138) Desarrollado a lo largo de la novela, el tema del
doble
figura en las versiones del relato policial de Pichón y de
Tomatis
así como en los gemelos Pichón y el Gato y resuena como
eco de
textos tales: El doctor Jekyll y Mr. Hyde
de Stevenson, William Wilson de Poe, El retrato de Dorian
Gray de
Wilde y de numerosos cuentos de Borges y de Cortázar. Se crea
con
relación a esos textos un efecto especular que abre la
posibilidad a
lecturas que estudien filiaciones entre personajes y modos literarios.
Añadiendo
una capa textual más y encuadrada dentro de la
descripción del viaje por el río se inserta la trama del
dactilograma En las tiendas griegas, resumida
por Soldi. Su relato dará pie a la discusión entre los
amigos
sobre la interpretación del texto. La
pesquisa, en numerosas instancias como se ha podido ver, recalca la
importancia de los puntos de vista --siempre parciales—para conocer
cualquier objeto de estudio.(7) El resumen de
Soldi contrasta las
perspectivas de dos soldados que en la llanura de Escamandro, a las
puertas de
Troya están encargados de proteger a Menelao. El más
viejo que
lleva diez años en el campo de batalla conoce mal los hechos y
tiene una
vaga idea de los participantes; por el contrario, el más joven,
recientemente llegado de Grecia está al tanto de todas las
anécdotas
y del papel que juegan los héroes. El episodio concluye con la
afirmación por parte de los amigos de que la verdad de la
experiencia
del soldado viejo y la verdad de la ficción del soldado joven se
contradicen. El relativismo resultante de las interpretaciones diversas
reafirma la coexistencia de conclusiones diferentes para los enigmas
tratados
en la novela.
Podemos
establecer ahora una conexión entre las narraciones
incluidas en La pesquisa en
relación con la interpretación textual. El relato
policial a
cargo de Pichón, cercano a los hechos y lector de las noticias
periodísticas en las que se apoya tiene correspondencia con la
del
soldado viejo en el episodio troyano, mientras que la versión de
Tomatis
sobre el mismo relato tiene su paralelo en la interpretación que
da de
la guerra el soldado joven.
Si para Pichón,
los asesinatos cometidos en París,
en su barrio, donde transcurre su vida cotidiana adquieren inmediatez y
se
vuelven parte de su experiencia familiar, para sus amigos pertenecen a un mundo remoto,
informado por lecturas, películas además de todas las
connotaciones que se asocian con la ciudad luz. La capital cultural del
siglo
XIX ha seguido ejerciendo durante el XX gran influencia en la
imaginación y en el desarrollo de las ideas artísticas y
políticas, lo que hace que para los oyentes se trate de un
espacio
sobrecargado de significados culturales. Aunque las calles y plazas
mencionadas
corresponden a lugares específicos del distrito XI, éstos
para
los oyentes y los lectores constituyen escenarios novelescos. Desde las perspectivas de sus amigos, el
relato de Pichón pertenece al ámbito de la
ficción, a un
mundo imaginario cuyas referencias provienen de orígenes
variados.
Inversamente
a la situación del policial, las desapariciones del
Gato y de Elisa pertenecen, para los amigos de Pichón, a su
mundo
habitual, a la realidad vivida por ellos. Es eso mismo lo que posibilita que las
perspectivas de Soldi y de Tomatis sobre los crímenes cometidos
a
orillas del Paraná sean fragmentarias, semejantes a la del
soldado viejo
de En las tiendas griegas. Por su
lado, Pichón tiene una visión lejana de los hechos y si
bien no
se refiere a la desaparición de su hermano, la voz narrativa da
pautas
sobre sus expectativas: “lanzaba, de un modo voluntario, o voluntarista
mejor, miradas a su alrededor, tratando de captar en el paisaje,
bastante
triste por otra parte después de tantas semanas de
sequía, algo,
….un hálito singular que hubiese sido específico de ese
lugar y de ningún otro, pero sus miradas rebotaban en el espacio
neutro,
irreconocible, átono, que no le procuraba como se dice
ningún
sentimiento de reciprocidad ni ninguna emoción”. (78) En este
caso, al conocimiento de los hechos históricos se suman los
sentimientos
encontrados de los personajes que informan
y deforman sus perspectivas propias,
todo lo cual dificulta la interpretación; es esa capa emotiva
correspondiente al mundo interior de los personajes la que sella el
silencio.
Como
hemos visto, cada una de las visiones enfocada en cada relato propone
una
conclusión parcial y divergente de las demás; la
pluralidad de interpretaciones
insiste una y otra vez sobre la imposibilidad de alcanzar un
conocimiento abarcador
y cierto. Pero si La pesquisa enfatiza
la necesidad imperiosa de emprender búsquedas que hagan
más
comprensible la realidad, demuestra sobre todo que los relatos –orales
y
escritos—que dan cuenta de ellas están sujetos a cambios
sucesivos.
El comentario de la voz narrativa acerca del relato de Pichón se
aplica a todo acto narrativo: “Es
obvio que también del relato de Pichón cada uno
tendrá una
visión diferente, no únicamente Soldi y Tomatis, sino
sobre todo
Pichón, que nunca podrá verificar el tenor exacto de sus
palabras
en la imaginación de los otros.” (100) Las
intrigas interpretativas se superponen
indefinidamente ya que cada personaje, añade a su versión
propia las
especulaciones que fabrica sobre las interpretaciones ajenas. Adivinar
la
reacción de los demás y acomodar la propia a posibles
refutaciones impide una postura fija y un relato permanente.
Debemos
mencionar por último, aunque sea de paso, las referencias
intertextuales que permiten ubicar a la novela de Saer dentro del gran
marco de
la biblioteca. Lógicamente esta ubicación
dependerá de las
conexiones que cada lector establezca. Aquí
solamente menciono algunas posibilidades. De gran importancia en
relación con el relato de Pichón son las referencias a la
literatura policial. Así, por ejemplo, el deambular
investigativo de
Morvan por la ciudad de París remite al papel del
“flâneur” en cuya genealogía se integran
Poe, Baudelaire y Walter Benjamin. Las observaciones agudas que el flâneur
de Baudelaire hace sobre los habitantes anónimos de la ciudad
son
similares a las atribuidas al detective del relato policial
tradicional ; de
igual manera, el detective creado por Poe es capaz de dilucidar los
misterios
más herméticos dejando perplejos a los lectores por el
detalle de
sus observaciones y reflexiones. La
pesquisa alude de modo oblicuo al bien conocido cuento de Poe “The purloined
letter”, ya que la clave principal de la culpabilidad de Morvan
consiste
en un pedacito de papel, parte de una “carta ministerial,”
reminiscencia fragmentaria de la famosa carta del relato de Poe. Como se ha señalado, las facultades
de Dupin que celebran el racionalismo y el cientificismo son puestas en
tela de
juicio en La pesquisa que altera
notablemente las reglas del género.
Por
otra parte, el título, La
pesquisa, rinde homenaje a uno de los primeros relatos policiales
argentinos, escrito en 1887 por Paul Groussac quien ya utilizaba el
recurso de
la mise en abîme y cuestionaba
la fidelidad del relato policial. (8)
La pesquisa asimismo
refiere a otros textos de Saer. Sin que
exista una continuidad lineal entre ellos y sin pretender dar una
visión
totalizadora del período y de la sociedad que presentan, el
autor ha
creado una “afinidad” voluntaria en su obra. Sus textos conforman
un panorama reiterativo –algunos críticos lo denominan la
“zona saeriana”— que sitúa a un elenco de personajes
recurrentes. Además, las tramas entablan entre sí una
relación que el autor califica de “orgánica”. (Narración
157) De tal manera, La pesquisa podría ser
leída en función de la obra saeriana ya que se enlaza de
manera especial con varios de sus textos. Formaría
parte de una red textual en la que entrarían Nada nadie nunca,
novela de 1980 que describe la
relación clandestina entre el Gato y Elisa y Las nubes, novela de
1997 que en parte, podría ser su continuación. Algunos
cuentos recopilados
en Lugar también elaboran
ramificaciones temáticas de La
pesquisa: “Recepción en Baker Street” cuenta la
continuación del encuentro de Tomatis, Pichón y Soldi
luego de
salir del restaurante donde conversaban; “En línea” narra en
voz de Tomatis un episodio nuevo del dactilograma “En las tiendas
griegas” donde reaparecen el soldado joven y el soldado viejo,
prolongando
así la trama que hemos comentado en otra derivada de aquella. (9)
Por
último, quiero mencionar las alusiones a textos fundacionales de
la literatura occidental. El dactilograma fragmentario En
las tiendas griegas se inserta en la Guerra de Troya haciendo del
mito antiguo una de sus raíces genealógicas. El
título del
dactilograma, sin embargo, también hace honor al poema
homónimo
de César Vallejo de Los heraldos
negros, explícitamente mencionado en la novela. El
dactilograma
cobra la importancia de un texto en sí mismo y se conecta con
diferentes
vertientes literarias. Por último, se deben añadir las
citas recurrentes
de los varios seres mitológicos: el toro blanco secuestrador y
violador de
Europa y la presencia de Escila, Caribdis, Gorgona y Quimera que
aumentan
aún más el misterio de la novela. Esos estratos textuales
remotos
parecen postular su valor arquetípico. Si estas figuras en la
Antigüedad otorgaban un orden divino al caos del mundo, su
aparición en la novela en momentos en que Morvan realiza su
pesquisa
sirve más bien de forma irónica para subrayar la
pérdida
de sentido del personaje.
La
escritura de Saer recupera por medio de referencias y citas instancias
literarias
anteriores que la pluralizan. Consigue así romper los
límites
genéricos integrando en la novela diferentes variantes:
policial, épica,
histórica, política y hasta fantástica. Por
último
tiene el valor de otorgar una relevancia muy consciente al
carácter ficticio
del relato. Con estos recursos la novela provoca concientización
sobre
el proceso de la ficción.
Los
diferentes planos narrativos dentro de La pesquisa se
entrecruzan y se reflejan los unos a los otros y
también se insertan en la tradición literaria occidental.
Si bien
a lo largo del recorrido de la novela no descubrimos las respuestas a
los
enigmas propuestos, sí descubrimos la estructura de la novela
que se
muestra a sí misma. Esa estructura compleja cuestiona las
relaciones
entre lo real y la ficción y, al hacerlo, cuestiona
también muchas
otras conexiones que suelen pasar por alto: entre vida cotidiana y
relato,
entre terror vivido e historia, entre mito y realidad. Todo apunta a
que nos
sintamos condenados a recorrer los numerosos laberintos de cada relato
retrazando
múltiples historias, criminales o no, abocados a una tarea que
persigue una
respuesta coherente que siempre nos elude.
Notas
(1). Esta estructura ha sido usada anteriormente, de
manera notable por
Borges en su
relato “El jardín de
senderos que se bifurcan”. Existen allí numerosas ramificaciones
que conducen al lector por pistas múltiples y dimensiones dobles
hacia
varios niveles de lectura.
(2). La
actitud de Morvan se asemeja a la del personaje de Poe en “The Man of
the
Crowd”, sobre todo hacia el final de la historia cuando reconoce la
falibilidad de sus métodos. Dana Brandt comenta la diferencia
entre este
personaje y la figura más tardía del detective: “In this
story, Poe offers a critique of the flaneur’s method of representing
modern cities. This will enable him, in the detective stories, to
develop a new
method that will serve some of the same functions, while trancending
some of
what are understood to be the flaneur’s limitations.” (79) El
personaje de “The Man of the Crowd” fracasa en su intento por
interpretar el comportamiento del hombre al que persigue obsesivamente
a lo
largo del relato.
(3). Escribe Walter Benjamin: « Un
paysage …c´est bien ce que Paris devient pour le flâneur.
Plus exactement, ce dernier voit la ville se scinder en deux
pôles
dialectiques. Elle s’ouvre à lui comme paysage et elle
l’enferme comme chambre. » (435)
(4). Para
un ver
el fragmento pertinente de la entrevista entre Tristan Bauer y Julio
Cortázar consultar http://www.youtube.com/watch?v=JDfYG0BIsjA.
Significativamente, escribe en Rayuela :
“París es un centro, entendés, un
mandala que hay que recorrer sin dialéctica, un laberinto donde
las
fórmulas pragmáticas no sirven más que para
perderse.
Entonces un cogito que sea como respirar París, entrar
en
él dejándolo entrar, neuma y no logos. »
(Capítulo 93) Así describe Pichón una instancia
parecida
en las caminatas de Morvan : “Su
caminata duró horas, y del mismo modo que cuando
practicaba con exceso algunos deportes, al cabo de un momento
entró en
una especie de trance, una suspensión duradera de la conciencia
que
tenía su lado agradable, pero que lo separaba del mundo de la
vigilia y
le impedía reconocer lo familiar.” (108)
(5). Un
detalle que enfatiza la falta de estabilidad de Morvan es el
significado de su
apellido, nombre de un síndrome que causa falta de sueño
y
episodios de alucinaciones.
(6). Para una aclaración entre los diferentes tipos
de relatos
policiales, ver: Francisca Noguerol Jiménez, « Neopolicial
latinoamericano: el triunfo del asesino”, CIBERLETRAS 15
http://www.lehman.edu/ciberletras/v15.html
(7).
Señalo aquí
un ejemplo: “A pesar de que están los tres juntos, sentados a la
misma mesa, a causa de la posición diferente que ocupan en ella,
tal vez
más tarde, cuando la noche que comparten les vuelva a la
memoria, no
tendrán los mismos recuerdos.” (100-101)
(8). Sobre este relato, ver Cristina
Guiñazú,
« Ironía y parodia en "La pesquisa" de Paul
Groussac » CIBERLETRAS 17, July 2007 http://www.lehman.edu/ciberletras/v17.html
(9). Para un studio que estudia la relación de los
espacios
textuales en la obra de Saer, ver: Julio Premat, “ Saer fin de siglo y
el
concepto de lugar”. La literatura argentina de los años 90. Foro Hispánico 24: 43-52
Trabajos citados
Baudelaire,
“L’artiste”, Curiosiosités
esthétiques. L’art romantique. Paris: Edition
Benjamín,
Walter, “Le flâneur.” Paris,
capitale du XIXe siècle. Le Livre des Passages.
Borges, Jorge
Luis, “El jardín de senderos que se bifurcan.” Obras
Completas. I
Brand, Dana, The Spectatorand the City in
Nineteenth-Century American
Goldberg, Florinda
F. “La pesquisa de Juan
José Saer: alambradas de la ficción”
Premat, Julio.
“ Saer fin de siglo y el concepto de lugar”. Foro
Hispánico 24. La literatura argentina de los
años 90: 43-52.
Poe, Edgar Allan,
“The Man in the Crowd,” Edgar
Allan Poe. New Cork: Chatham River
Saer, Juan
José, La narración-objeto.
Buenos Aires: Editorial Planeta, 1999.
----. La
pesquisa. Buenos Aires: Seix Barral,
2006.