Alberto
Girri, En selva de inquietudes (Antología Poética).
(Selección, edición y prólogo de José Muñoz Millanes).
Madrid: Colección La Cruz del Sur, Editorial Pre-textos, 2010. 315 pp. ISBN: 978-84-92913-39-8
La voz de
Alberto Girri (1919-1991), poeta
y traductor argentino, colaborador de Sur
y del suplemento literario
de La Nación,
cuya obra ganara numerosos reconocimientos y que cayera posteriormente en un inmerecido olvido, resuena en esta Antología con toda su lucidez crítica.
José Muñoz Millanes
en su labor de rescate homenajea al autor con una excelente selección
de poemas provenientes de
25 libros que abarcan su obra
desde 1946 hasta 1991.
Esta muestra panorámica ilustra la compleja densidad de una poesía que
une sus aproximaciones
a la realidad con un examen riguroso de los propios recursos creativos, a los que considera insuficientes e ilusorios.
“Veinte
aproximaciones a la poesía
de Alberto Girri”, ensayo introductorio de Muñoz Millanes, presenta y analiza de manera exhaustiva el conjunto, relacionando la obra según una miríada
de referencias poéticas y críticas que la enmarcan en el panorama actual. Muñoz Millanes insiste muy apropiadamente en los enlaces
que emparentan la obra de Girri con la de numerosos autores, incluyendo filósofos, con quienes dialoga: Kant, Nietzsche,
Montaigne, Pascal, San Agustín, Kierkegaard, Unamuno, W. Benjamin son algunos
de ellos. Enfatiza sin embargo las influencias de Wallace Stevens, Gottfried Benn y sobre todo, John Donne de quien tradujo Devotions en 1970, y a quien lo une la idea de la falibilidad del pensamiento (XVII).
Nota asimismo la importancia
de T. S. Eliot cuyo poema arduo, The Waste Land
--“una de las claves de
la poesía de este
siglo, según el mismo Girri-- fuera
magistralmente traducido por él bajo
el título La Tierra yerma (1988). Igualmente, relaciona algunos poemas con los de Gabriel Ferrater
y con el Barroco. Pone así
en relieve un linaje
cultural amplio del que esta obra no puede
ser separada para cobrar todo
su sentido.
Esta Antología da prominencia
a poemas que muestran a Girri como lector y apreciador
del arte y la música. El poeta encuentra en las obras de otros
creadores ecos de sus búsquedas propias.
He aquí algunos títulos elocuentes al respecto: “A Thomas De Quincy”, “Ultimo retrato
del artista”, “Paolo”, “Epístola
a Hieronymus Bosch”, “Modigliani”, “Paracelso”, “De
un Klee”, “Ejercicios con Brueghel”, “A un lector de
Keats”, “Chopin como pedante”,
“Brueghel: una alegoría”,
“Gertrude Stein sugeriría”, “Quartetto serioso”, “Hokusai”, “Brahms:’Intermezzi’”, “Variaciones
desde Benn”. En su selección, el editor no sólo traza un mapa
de diálogos y parentescos artísticos sino que también sugiere
nuevas posibilidades de lectura de las complejas redes que establece.
Muñoz Millanes examina las propuestas
indagatorias de Girri, propuestas que lo separan de los poetas coetáneos, de la llamada “Generación del cuarenta” y que dan a su
obra un valor universal: “Frente
a la poesía tradicional, la
suya destaca por su carácter
discursivo, mental, más propio del ensayo (IV)”. En efecto, se trata de una poesía cercana
al ensayo filosófico por cuanto reflexiona
sobre las limitaciones del pensamiento y de la palabra. “Poesía de la poesía”
(V) la llama Muñoz Millanes
en razón de su capacidad observadora de las fallas propias,
de la distancia que irremediablemente separa lo que persigue de lo que logra (XII). No está de más recordar
“Arte poética”,
La penitencia y el mérito
(1957):
Un elemento de controversia
que nos lleve
a lo paradojal
tras cada línea, cada pausa;
la ambigüedad a expensas
de la convención.
Una premisa constante, la duda,
indagando en la realidad,
buscándola fuera del contexto;
la materia a expensas
del lenguaje.
Una síntesis intransferible y bella
con ánimos, bestias, escrituras,
profanados sub specie aeternitatis;
la imaginería a expensas de tormentos.
Una teología creadora de objetos
que se negarán a ser
hostiles a Dios.
Arte poética
compuesta de controversia, duda, síntesis intransferible, teología de objetos: tensiones que conducen a un
cuestionamiento sin clausura,
a una poesía que persigue una
verdad elusiva, entrevista siempre “a expensas de”. Las reflexiones del
poeta atraviesan por lo tanto con lúcida valentía una Selva de inquietudes --título
tomado de un verso de “Exégesis”
(La penitencia
y el mérito, 1957) y que
igualmente evoca otro de los títulos aquí antologados, En la letra, ambigua selva (1972). Este último libro fue escrito
paralelamente a Diario de un libro en el
que Girri glosa críticamente al anterior, discutiendo las contradicciones que lo tensionan y demostrando cuán consciente y analíticamente examina la escritura propia. Muñoz Millanes nota asimismo la “atención vigilante” y la actitud
de “estar alerta, en guardia” (XIV) con que el poeta observa e investiga los procesos poéticos y mentales. Si bien es esa una temática
que permea toda la obra, se hace más explícita
en los poemas de El
motivo es el poema (1976). Apuntan todos a la reflexión intensa y a la búsqueda de la palabra precisa según un proceso
interminable.
La poesía de Girri, no cesa de cuestionar el mundo, el arte y
los posibles procesos interpretativos, atraída solamente por las
emociones de la inteligencia
y por el conocimiento. Escribe en “El engañado”: “un darse cuenta que
el salir de sí mismo/ para verse vivir en otro rostro/
no es comunión,
es desunión,/ es abandonar
en mezcla insípida/ lo distinto que persiste
en cada cual/ (52). Versos del desengaño que
contrarían la convención a
favor de una percepción aguda, resistente al lugar común. En su
poesía, lo paradojal es apto para
expresar los dobleces de la
ambigüedad. En persecusión
del conocimiento Girri no deja de observar las incertidumbres
que sufre el perseguidor. Serían muchos los versos en que antítesis y desdoblamientos las expresan: “¿cómo puede uno
morir/ y retornar al útero?, morir/
y renacer?, ¿cómo puede esto hacerse?”
(“Ejercicios con Brueghel”) Las meditaciones y cuestionamientos que recorren esta
antología le dan coherencia a toda la obra y señalan una búsqueda constante
y renovada. Y se debe
aclarar que si existen recurrencias,
la repetición no es su característica: “… no se basa en la inmovilidad de lo idéntico, sino en el movimiento de la interpretación,
de la variación, del cambiar los acentos, los puntos de vista… (XXX). Es así que existe una
evolución notable a lo largo de la selección, un aprendizaje
en la situación del poeta --un
distanciamiento-- frente a
la realidad. Incluso cuando éste se nutre de la literatura y del arte ajenos, cada obra contemplada,
lejos de resultar en una reproducción da curso a una
innovación enriquecedora
del original.
Muñoz Millanes
llama también la atención sobre el carácter ascético de esta poesía que siguiendo
modelos anglo-americanos – aquí se refiere también a Borges-- depura la verbosidad española y da primacía a la sintaxis. Esta preferencia reitera las diferencias que lo separan de los poetas de su generación.
Los poemas, físicamente se organizan sobre la página irregularmente, a veces en staccato, a veces en encabalgamiento, siempre al ritmo del pensamiento
“estrictamente instantáneo
(XXXIX)” del yo del poeta. El
editor señala que toda la poesía de Girri sería una
silva, “un solo gran poema interrumpido
a lo largo del tiempo (XLI)”. No hay en ella ningún
rasgo legado del surrealismo ni del romanticismo. Se trata de una poesía carente
de facilismos, musicalidades
y paisajismos; de allí la importancia del fragmento y de la economía verbal
controlados por la mesura. Por la discontinuidad y la falta de conclusión se acerca al ensayo y, por la desnudez y el laconismo, a la prosa.
Selva de inquietudes es una
valiosa introducción para los
lectores neófitos de Girri y una ocasión
de excelente reconocimiento
para quienes se hubieran alejado de su producción. Aquí, sus
mejores poemas abren nuevamente el campo de discusión sobre una escritura que
fuera calificada de hermética y difícil. El ensayo de Muñoz Millanes aporta agudas pautas de lectura junto a un marco crítico
que invita a frecuentar y estudiar esta gran obra
poética.
Lehman
College, CUNY