Awilda Cáez - Tres fragmentos

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La princesa

La realidad es que a la cenicienta, el zapato le quedó grande. El príncipe ya la había escogido por su hermosura, así que disimuló ante todos el percance.

Muchos años después, motivada por el desencanto con su matrimonio, la princesa le dijo a su esposo:

—No debiste haberle hecho creer a todos que el zapato era mío. De seguro hubieses sido más feliz con la verdadera dueña.

A lo que el príncipe contestó:

—No te preocupes, querida. Recuerda que eran dos zapatos.

Interrogatorio

La mujer abrió la puerta de la casa y se encontró un sapo.

—Ya sé quién eres —dijo—. Debo hacerte unas preguntas.

El sapo la miró con sus ojos redondos.

—¿Me amarás toda la vida?

—Sí —contestó el animal con voz ronca.

—¿Serás fiel y nunca me engañarás?

—Te juro que sí —respondió el sapo.

—¿Compartirás lo que tienes conmigo?

—Absolutamente todo —dijo.

Luego del beso, el sapo y la sapa abandonaron la casa rumbo a su nuevo hogar en el río.

De lunes a viernes

Raquel camina desde su casa hasta la estación del tren. Hoy tiene que llegar temprano para conseguir un asiento, de lo contrario tendrá que estar de pie los veinte minutos que dura el recorrido. Le agrada sentarse cerca del pasillo para ver cuando él sube, como todos los días, en la estación de Cupey.

La mañana es calurosa y más con las medias de nilón que lleva puestas bajo el pantalón. Son de las que tienen licra y se ven brillosas cuando les da el sol. Le gusta ponérselas porque aprietan el abdomen. Se ve más delgada. Además, estas son de una edición especial que viene de Colombia y levantan las nalgas.

La gente empuja sin fijarse. Raquel piensa que es irónico que tengan tanta desesperación por llegar al trabajo y luego tanta urgencia de que sean las cinco para largarse. Se escurre impaciente entre el montón de cuerpos que rozan unos con otros sin querer y a veces a propósito.

El hombre del lado mira por la ventana, está nervioso por los tramos elevados. Ella se acomoda en el asiento e inventa una pose de indiferencia, mientras el tren se acerca a la estación que espera. Se abren las puertas frente a un grupo de personas vestidas con chaquetas o uniformes de colores oscuros. Uno que otro estudiante aporta algún zarpazo de color con camisetas modernas que les hacen parecer grafitis en movimiento. Ya no hay asientos vacíos. Saúl entra. Se acomoda unos cuantos pies más adelante, al lado de dos universitarias que no paran de hablar. Raquel simula que las observa; espera a que él se distraiga y, de vez en cuando, se le escapan los ojos. Lo mira. A falta de saberle el nombre y las referencias le llama «el hombre de las manos bonitas».

Ella tiene la mejor ubicación. Desde su asiento puede verlo completo y pensar en todas las ilusiones que le llegan puntuales de lunes a viernes a las siete de la mañana. Mira a su diestra y ve una madre con sus dos hijos. Sueña que es ella, camino a algún colegio a llevar la prole entretanto el hombre de la casa trabaja desde temprano. Le gustaría casarse con un abogado para quitarse la preocupación de tener que contratar uno cuando lo necesite.

Cerca de San Francisco ya se ven las casas de techo a dos aguas. Le agrada el vecindario y la cercanía que tiene al pequeño centro comercial.

Llegan a la estación de Torrimar. Es hora de bajarse. Saúl es de los primeros en irse; esa es la única ventaja de los que se quedan de pie. Le gustaría atreverse a hablarle. Hasta ha pensado empujarlo para que las disculpas sean un tema de conversación. Las pocas ocasiones en que lo ha tenido cerca, se concentra en mirarle las manos.

Suspira en silencio y espera su turno para salir. Luego camina por la acera hacia al norte las dos cuadras que faltan hasta la oficina. Mientras, al otro lado de la calle en dirección al sur, el licenciado Saúl Márquez va enojado porque hoy en el tren, su chica favorita traía puestos pantalones y no le pudo ver las piernas.



***

About Awilda Cáez

Awilda Cáez is the author of the story collection Adiós Mariana y otras despedidas, winner of the Primer Premio en el Certamen Interuniversitario de Literatura, University of Puerto Rico, Río Piedras, in April of 2009. Later, she was chosen by the newspaper El Nuevo Día as one of the ten best writers in 2010. Cáez has also been awarded various other literary prizes in Puerto Rico. Her stories and articles have been published in multiple newspapers and magazines. She was chosen by the magazine CARAS, in January 2011, as one of the seven distinguished people in the arts, in an article titled “Boricas en la mira”.

Awilda has worked as a cultural journalist for the radio and the press. She was cofounder of Editorial Pasadizo and over the course of five years held the position of editor-in-chief. She designs and conducts workshops for fiction and is a consultant for the editing, correction and publication of books. Awilda is a literary agent representing Puerto Rico and the Caribbean for the Vilar Creative Agency, located in Colorado, USA.

Her second book, Manchas de tinta en los dedos, will be published in 2012. She is currently working on her first novel. 

 

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